¿Diestro/a o zurdo/a? La tendencia general cuando se trata la lateralidad es centrarse en el uso dominante de una mano sobre otra, en concreto en la escritura. Sin embargo, al igual que las manos, el cuerpo humano cuenta con otros miembros simétricos cuyo uso predominante marca también la lateralidad de una persona: ojos, piernas y oídos. ¿Sabías esto? Nos adentramos en profundidad con la entrada de hoy.
¿Qué es la lateralidad?
¿Qué es la lateralidad?
La lateralidad hace referencia a la predilección que nace de manera espontánea en un ser vivo para utilizar con mayor frecuencia los órganos que se encuentra en el lado derecho o en el lado izquierdo del cuerpo.
Ésta es consecuencia de la distribución de funciones que se establece entre los dos hemisferios cerebrales, de la que depende la utilización preferente de un lado o el otro del cuerpo (derecho o izquierdo) para ejecutar determinadas respuestas o acciones.
En los seres humanos, existe un número más elevado de diestros (usan más el lado derecho) que de zurdos (usan más el lado izquierdo).
¿Por qué es tan importante? ¿en qué nos afecta?
A lo largo de la etapa educativa, el desarrollo de la lateralidad constituye un problema tradicional del ámbito de la educación física, sin embargo afecta al desarrollo de habilidades tan importantes como la lectura y la escritura.
Es por ello, que su trabajo comienza en Educación Infantil y que va avanzando en Educación Primaria hacia el desarrollo de una lateralidad de acuerdo a las características de cada individuo.
Debemos entender la lateralidad como una función compleja ya que gran parte de nuestro cuerpo se articula de forma doble: dos ojos, dos oídos, dos orejas, dos pulmones, dos riñones, etc. Nuestro cerebro controla todo este complejo sistema dual, integrando la diferente información sensorial, orientándonos en el espacio y el tiempo y, en definitiva, de interpretando eficientemente el mundo que nos rodea.
Tipos de dominancia y lateralidad
Como acabamos de comentar la dominancia no es sólo cosa de manos (manual) y pies (podal), ya que también afecta a ojos (ocular) y oídos (auditiva). De este modo, podremos encontrar niños/as que empleen con mayor frecuencia, preferencia o facilidad la derecha o la izquierda en cualquiera de los casos:
- Dominancia manual: ejecutar acciones como coger objetos o escribir, esa sería la mano dominante.
- Dominancia podal: efectuar acciones como chutar una pelota, mantenerse en pie con sólo una pierna, etc. ese sería el pie o pierna dominante.
- Dominancia ocular: aunque ambos ojos son necesarios para configurar una imagen correcta, siempre hay uno que se prefiere para mirar por un catalejo o apuntar con una carabina, ese es el ojo dominante.
- Dominancia auditiva: se refiere a la tendencia a escuchar más por un oído que por el otro, por ejemplo, al coger un auricular, un teléfono móvil, de ese modo, ese sería nuestro oído dominante.
Por otro lado, encontramos los tipos de lateralidad. Éstos hacen referencia a la forma en la que se encuentran distribuidos nuestros segmentos dominantes en nuestro cuerpo, de modo que:
- Lateralidad homogénea: cuando mano, pie, ojo y oído ofrecen una dominancia en el mismo lado ya sea en el lado derecho (diestro) o izquierdo (zurdo).
- Lateralidad cruzada: cuando existe una lateralidad distinta de la manual para pies, ojos u oídos (por ejemplo mano derecha dominante con dominio del ojo izquierdo).
- Lateralidad contrariada o forzada: en los casos en los que el niño ha invertido en un miembro o más su tendencia natural (por ejemplo niño zurdo que se le ha forzado a aprender a escribir con la derecha).
- Lateralidad mixta: designa a aquellos individuos que presentan heterogeneidad en alguna o todas las lateralidades (p.e. algunas actividades se realizan con una mano y otras con la contraria).
- Ambidextrismo: señala a aquellos sujetos que son igualmente hábiles con cualquiera de las dos partes del cuerpo (derecha-izquierda) para efectuar algunas actividades, por ejemplo, escribir con cualquiera de las dos manos. Es poco habitual y no implica que los ambidiestros no exhiban una mayor predisposición a usar un cierto lado de su cuerpo.
¿Cómo se aprende o se desarrolla la lateralidad?
Desde el nacimiento hasta los seis años, la lateralidad se desarrolla en distintas fases. En las primeras, de 0 a 2 y de 2 a 4 años, el niño no tiene definida una tendencia predominante, puede alternar un lado y otro para realizar sus actividades diarias. A partir de los 4 años y hasta los 6, comienza a definir la dominancia en sus gestos automáticos y en procesos sencillos como coger el lápiz o jugar a la pelota.
A los pequeños/as que no lo hagan, duden o no se manifieste una decisión clara, podremos facilitarle la definición inclinándole hacia donde tenga más facilidad, por ejemplo, intentar que utilice siempre la misma mano para dibujar, para comer,... Esta intervención nuestra no debe generalizarse si no es necesario, es decir, si en las otras acciones ya hay una definición por parte del niño. De esta manera, podemos evitar una lateralidad mixta y tener un cierto dominio para la realización de las diferentes actividades, cuestión que parece ser preferible a una falta total de lateralización.
De todos modos, es importante recordar que la prevalencia del lado derecho, no es sólo cuestión de la biología. La cultura se ha encargado de reforzar dicha tendencia a través de diversos mecanismos: en nuestra lengua, por ejemplo, el término siniestra (derivado de un vocablo latino que se traduce como “a la izquierda”) tiene una connotación negativa y por tanto, anteriormente se tendía a forzar hacia el uso la derecha.
Como comentamos anteriormente, si un sujeto es obligado a emplear la mano contraria a la que elige de forma natural, estamos ante un caso de lateralidad forzada. Aunque podamos pensarlo, no sería lo mejor para el niño/a, ya que tenemos que dejarles que puedan hacer las acciones con la mano que prefieran para cada ocasión.
Como comentamos anteriormente, si un sujeto es obligado a emplear la mano contraria a la que elige de forma natural, estamos ante un caso de lateralidad forzada. Aunque podamos pensarlo, no sería lo mejor para el niño/a, ya que tenemos que dejarles que puedan hacer las acciones con la mano que prefieran para cada ocasión.
Más información
Para más detalles puedes continuar leyendo la entrada Lateralidad II o acudir a alguna de las fuentes consultadas:
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