Continuando con el tema de la lateralidad que empezamos a abordar en la entrada anterior, seguiremos hoy con las formas de detectarla y con las repercusiones que, están estudiadas, puede tener sobre el aprendizaje.
¿Cómo detectar la lateralidad?
Para evitar posibles trastornos, los especialistas recomiendan a padres y docentes llevar un seguimiento de la lateralidad de los más pequeños en sus primeros años de vida. El primer paso es la observación, aunque también es posible realizar un test y otras pruebas sencillas que se pueden llevar a cabo para evaluar y predecir las tendencias de lateralización de los niños. Con ellas se descubren los primeros indicios de algún problema lateral que puede afectar a su posterior desarrollo académico.
Para comprobar qué parte del cerebro y del cuerpo es la que predomina en una persona existen pruebas ya contrastadas que se pueden llevar a cabo padres y educadores como, por ejemplo, el Test de Harris. Este test se basa en llevar a cabo diez acciones diferentes para la dominancia de manos y pies y otras 3 en el caso de ojos y oídos.
Algunas de ellas son cepillarse los dientes, cortar con unas tijeras, girar el pomo de un puerta, escribir una letra con el pie, dar una patada, subir un escalón, echar una foto o coger el teléfono. Pruebas sencillas en las que se anota una X en derecha o izquierda, según corresponda, para después proceder a su valoración. El propio test te indica las conclusiones según los resultados que hemos obtenido.
No obstante, existen otros tipos de test que igualmente se utilizan para determinar la lateralidad de la que estamos hablando. De esta forma, se puede hablar del Test de Zazzo que sustenta en la realización de tres actos: chutar un balón, repartir unas cartas y un relacionado con la puntería, o el Test de Bergea que se basa en la ejecución de unas actividades exclusivamente manipulativas (sólo para las manos) como encender una cerilla, desenroscar un tapón, peinarse o recortar.
La finalidad de estas pruebas es descubrir la lateralidad natural del alumno/a para poder corregir si se confirma desorganización entre las dominancias de las diferentes partes corporales. Sin embargo, los especialistas recomiendan no ser prematuros en determinar la tendencia del niño ni en estimularla, porque en estos casos es cuando se puede generar una lateralización equivocada.
Lateralidad y aprendizaje
La lateralidad suele evaluarse a partir de los 5/6 años y coincidiendo con los primeros aprendizajes que precisan de códigos escritos. Debemos tener en cuenta que a estas edades la lateralidad probablemente aún está en construcción y es normal encontrar datos contradictorios. Si se detectase un problema significativo de lateralización, es recomendable trasladar el caso a un experto en la materia. En general, tras establecer el diagnóstico, se programa un tratamiento psicomotor individualizado que, según los especialistas, puede disminuir el trastorno entre un 80% y un 100%.
Velocidad lectora lenta, equivocaciones en la organización temporal, tendencia a las inversiones de números o letras al escribir, confusión entre la derecha y la izquierda o dificultades de concentración y comprensión son algunos de los síntomas característicos de que algo falla en la organización lateral de un alumno. Esto se traduce a su vez en factores como la falta de autoestima y la inseguridad, la desmotivación, el sufrimiento personal y familiar, la ansiedad o el bloqueo, que tiende a rechazar las tareas escolares por su dificultad en estos aspectos.
En el apartado 7 de la página de Psicodiagnosis existe una tabla detallada por si la queréis consultar.
Conclusión
La cuestión no es ser diestro o zurdo sino que las diferentes dominancias estén organizadas en el mismo lado, especialmente en lo que se refiere a la mano, ojo y pie.
La lateralidad homogénea (uso de mano, pie, ojo, oído dominantes en el mismo lado) rara vez revierte en un problema, pero cuando la dominancia es alterna, como ser zurdo de mano pero diestro de ojo (lateralidad cruzada), o se fuerza la tendencia natural de un lado sobre otro (lateralidad contrariada), pueden desarrollarse determinados trastornos que se traducen en dificultades de aprendizaje en las áreas de escritura, lectura o cálculo y en problemas psicomotrices que afectan al desarrollo motor de los niños.
De todos modos, en la actualidad, no puede establecerse de manera concluyente una relación efecto-causa entre la presencia de una lateralidad no homogénea y la de trastornos del aprendizaje. Sin embargo, debe evaluarse la lateralidad como un factor de riesgo añadido a otros factores, ya que es a partir de la Educación Primaria cuando el niño con una lateralidad mal establecida puede presentar dificultades específicas en el aprendizaje.
Más información
Si quieres información más detallada puedes acudir directamente a la principal fuente consultada: Psicodiagnosis.
Algunos ejemplos de fichas para el trabajo de la lateralidad en casa son los siguientes:
Algunos ejemplos de fichas para el trabajo de la lateralidad en casa son los siguientes:
No hay comentarios :
Publicar un comentario